Estas estrategias fundamentales te ayudarán a cultivar la compasión.
Existen varias prácticas o estrategias que nos ayudan a cultivar la compasión, afirma Jan Hutton, facilitadora acreditada de escucha compasiva a cargo del proyecto Compassionate Listening. En conjunto, estas estrategias nos enseñan a escuchar al mundo de otra manera, a percibir la naturaleza humana del prójimo y a responder de manera diferente.
1. Encuentra tu paz interior
El primer paso es ser compasivo con uno mismo. “Tengo que tener mi propia vulnerabilidad humana y utilizarla como puente para llegar al corazón del otro,” explica Jan. “Tengo que reconocer mis heridas, mis errores, tengo que aceptar que soy humana, que tengo límites. Y tengo que ser considerada conmigo misma.”
No te castigues ni te critiques por cometer errores o por no estar a la altura de tus propias expectativas o de las expectativas ajenas. En vez de eso, recuerda simplemente que todos los seres humanos del planeta cometemos errores. Ese es el vínculo que nos unifica.
2. Escucha y reflexiona
Escucha con tu corazón. Cuando conversas con otra persona, relaja tu mente, céntrate en tu interlocutor, busca un punto de conexión más profundo y pon en práctica la escucha reflexiva. Cuando alguien te explica su parecer de algo, dice Jan, repite su explicación para que sepa que comprendes quién es, qué piensa y cómo se siente.
Prepárate para escuchar puntos de vista muy diferentes a los tuyos y acéptalos sin hacer comentarios, ni emitir opinión. Como decía el fallecido Gene Knudsen Hoffman, fundador del Proyecto de escucha compasiva: “Debemos escuchar con oído espiritual,” no con los que normalmente transitamos por este mundo.
3. Pregunta
Pide a tus amigos que te cuenten historias y hazles preguntas para profundizar las ideas, por ejemplo, “¿Qué consecuencias ha tenido esa situación en tu vida?” “¿Qué significó eso para ti?” y “¿Puedes contarme cuál fue la experiencia que te llevó a sentirte de esa manera?”
El enfoque funciona de tres maneras: Primero, nos ayuda a comprender mejor la historia de vida de otra persona. Segundo, nos permite percibir nuestra condición humana compartida. Y, tercero, favorece nuestra costumbre de mantener una actitud de aceptación para evitar juicios de valor que solo son consecuencias de nuestros propios prejuicios y temores.