Written by : Meredith Knight

Las historias familiares hacen algo más que entrelazarnos

Las historias de familia que pasan de generación en generación hacen mucho más que entretenernos y entrelazarnos.

Familia multigeneracional.

Las anécdotas familiares ayudan a los niños a forjar sus propias identidades.

En casa de mis padres, donde aún hoy termino cada navidad, la mesa siempre se tiende con el mismo mantel. Mi madre sirve la cena en la misma vajilla todos los años. Y comemos los mismos platillos que mi abuelita materna, Ursulina, solía preparar. Era conocida por colmar de máximo contenido graso cualquier platillo de vegetales: recuerdo que alguien siempre menciona esto cada vez que nos retiramos de la mesa con el estómago lleno.

Y después comenzamos a contar historias de Ursulina; qué inteligente y qué valiente fue de joven al criar a su hermanito durante la Depresión. También hablamos de mi bisabuelo Earl, que cobraba ‘en gallinas’ cuando comenzó a ejercer la abogacía. Y contamos la historia de cómo el tío Tom le propuso matrimonio a la tía Camila: desde un teléfono público porque no podía soportar estar otro segundo más sin ella.

Historias que nos definen

Todas esas historias definen nuestra familia y cada familia tiene su propia versión. La gente cuenta estos relatos intergeneracionales de manera universal en todas las culturas, explica la especialista en narrativa familiar, Robyn Fivush de Emory University.

“En cuanto a los acontecimientos positivos, tiene mucho que ver con compartir emociones positivas y crear una historia familiar positiva. Para los acontecimientos estresantes o negativos, contamos estas historias para que los niños comprendan y puedan procesar sus emociones,” sostiene Robyn.

Conformación de la identidad

Las historias familiares ayudan a los más pequeños a desarrollar el sentido de sí mismos y su propia capacidad narrativa. Pero sorprendentemente, es en los adolescentes en quienes Robyn ha descubierto los profundos efectos de las historias familiares sobre el bienestar, el comportamiento y el desarrollo de sus propias identidades adultas.

“En la adolescencia estas historias realmente parecen hojas de ruta que los jóvenes pueden utilizar para comprender que no están solos en el mundo,” dice Robyn. Muchas veces los adolescentes y los preadolescentes están trazando sus propias experiencias en las de sus padres. Los adolescentes que mejor pueden recordar las historias de sus padres y abuelos muestran menos ansiedad, depresión y problemas de conducta. Proyectan también mayor sensación de confianza, autoestima y dicen sentirse más motivados en la vida.

La adolescente que conoce la historia sobre la complicada profesora de secundaria o una mala ruptura que vivió su madre, explícita o implícitamente se basa en esas historias para ayudarse a superar sus propias dificultades.

Historias que entrelazan a generaciones

Las historias intergeneracionales sirven para transmitir a los hijos los valores de la familia. También sirven para ilustrar cómo padres y abuelos tienen en el mundo ajeno a la familia sus propias identidades y cómo el adolescente también las tendrá. Las historias familiares ayudan a superar las crisis de identidad en la adolescencia que aparecen cuando los jóvenes adolescentes y los adultos jóvenes comienzan a preguntarse qué clase de persona quieren llegar a ser y empiezan a definir metas y objetivos para sus propias vidas adultas.

Robyn dice que las familias no deberían forzar las historias intergeneracionales en sus diálogos porque es muy probable que no funcionen, especialmente con los adolescentes. En cambio sí funcionan cuando se mencionan durante alguna conversación que se estuviera manteniendo habitualmente. “Si tu hijo te está contando un problema que tiene en la escuela o con su mejor amigo o en su equipo deportivo, puedes decir, ‘Sabes, a mi me pasó lo mismo.’”

Y los narradores también tienen sus beneficios. Según otro estudio, los padres y los abuelos que cuentan cuentos y anécdotas de sus propias vidas, especialmente cuando refuerzan el tema de la resiliencia, son personas más felices y sienten mayor satisfacción personal. Posiblemente sea así porque los adultos más felices son más proclives a compartir historias, o contar sus propios testimonios les produce un brinco de felicidad.

De cualquier manera, para Robyn "un patrón familiar de interacción en torno a la narración es una maravillosa manera de comprenderse mutuamente.”


Meredith Knight es redactora de asuntos científicos de Austin, Texas.

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