Los padres pueden potenciar las virtudes de sus niños siendo modelos de conducta positiva.
En mis conversaciones personales con padres, muchas veces recibo la pregunta acuciante: “¿Cómo llegó mi hijo/a a esto?” ¿Cómo es tan feliz? ¿Tan servicial? ¿Tan prudente? ¿Tan agresivo/a? Esto incluye características y comportamientos específicos de la personalidad, tanto positivos como negativos.
Desde mi propia experiencia como madre, sumada a mis años de estudio del desarrollo infantil como profesionista, descubrí que tanto la herencia como el entorno son fundamentales en la formación de los individuos. La herencia es eso que la gente trae al nacer en cuanto a temperamento, inteligencia y habilidades. El entorno se refiere a las influencias del medio, que pueden ser inmediatas (como la familia y la comunidad) o más distantes (como las normas y expectativas de la sociedad).
El poema de Dorothy Law Nolte, “Children Learn What They Live,” (Los niños aprenden lo que viven) refleja muy bien mi opinión en cuanto a las influencias externas que calan profundamente en el desarrollo de los niños, cuando dice:
Si los niños viven con ánimo,
aprenden a confiar en sí mismos.
Si los niños viven con tolerancia,
aprenden a ser pacientes.
El concepto es muy sencillo: las palabras, el ambiente y los hechos a los que los niños son expuestos influyen considerablemente sobre su desarrollo futuro. Si son criados con una saludable dosis de experiencias positivas e inspiradoras, tienen más probabilidades de convertirse en adultos felices, sanos, resilientes y positivos.
Predicar con el ejemplo
Existen muchas maneras de contribuir, con el ejemplo, a crear un ambiente de aprendizaje positivo para nuestros hijos. Algunas veces nuestra enseñanza es deliberada. Les enseñamos la importancia de una buena nutrición cuando los llevamos al mercado y los alentamos a que nos ayuden a preparar y disfrutar platillos saludables. Para mostrarles los beneficios de explorar y abrirse a nuevas experiencias les presentamos oportunidades y aventuras apasionantes.
Las lecciones también pueden ser más sutiles. Nuestros hijos aprenden de vernos interactuar con los demás. Cuando pedimos disculpas por nuestros errores, cuando sostenemos la puerta para que pase alguien en silla de ruedas o cuando ayudamos a cargar la pesada bolsa de otra persona, les estamos enseñando la importancia de actuar de esa manera. Del mismo modo, si tomamos a nuestros hijos del brazo agresivamente cada vez que se portan mal, les estamos enseñando que es aceptable recurrir a la violencia física cuando nos enojamos.
Ten en cuenta estos cinco factores indispensables a la hora de determinar en qué medida los niños aprenden lo que viven:
1. Seguridad
Abraham Maslow, pionero en el campo del desarrollo infantil, señala que la seguridad es la base para que cualquier persona logre cualquier cosa. Si no nos sentimos seguros es difícil actuar y en consecuencia, satisfacer nuestras necesidades básicas. La seguridad se refiere tanto a indicadores físicos como psicológicos, que abarcan desde tener una escuela o casa físicamente seguras hasta el maltrato psicológico y la intimidación escolar o bullying. También se refiere a una sensación de bienestar emocional para asumir riesgos y ser audaz, sabiendo que existe un sitio estable y seguro a donde regresar después de haber probado algo nuevo.
2. Estabilidad
Brindarles a los niños la sensación de estabilidad y enseñarles a sortear los altibajos de la vida es una competencia imprescindible para vivir. La filosofía del “todo con moderación” se predica con el ejemplo y es reforzada por los padres, que cuando se hace bien, puede ejercer una influencia profunda y positiva en el modo en que los niños viven sus vidas. No hay nada de malo en comer un poco de pastel de fresa, pero comer un pastel entero de una sola vez o un pastel todos los días puede ser perjudicial para la salud.
3. Modelo a seguir
Los niños asimilan tanto las conductas saludables como las inadaptadas al observar a quienes los rodean. Por ejemplo, los niños aprenden buenos hábitos de higiene bucal cuando ven que sus padres se cepillan los dientes todas las mañanas y las noches. La conducta psicológica, como tener una actitud positiva o sin perder el equilibrio, también se aprende con el ejemplo. Por otra parte, el hijo de una de mis pacientes adquirió la costumbre de hablar en voz muy alta, situación que comenzó a generar problemas cuando sus maestros y entrenadores lo tomaron de manera negativa.
4. Aventura y apertura a cosas nuevas
El interés y la curiosidad son las bases del saber, del crecimiento y del cambio. Al infundir en sus vidas la oportunidad de intentar cosas nuevas, nuestros niños aprenden a asumir riesgos, a disfrutar la emoción de la aventura y a forzarse por alcanzar el crecimiento a través de la exploración.
5. Aceptación de sí mismos y de los demás
Todos los días me encuentro con personas que se sienten descontentas de sí mismas y de su entorno. A veces esa infelicidad surge de cuestiones reales que deben ser modificadas, pero también las personas (adultos y niños) tienen dificultades con cosas que apenas pueden controlar. Está el niño que tiene que hacer el doble de esfuerzo que sus compañeros para obtener buenas calificaciones en matemáticas; la niña que desprecia su cabello rizado; el niño terriblemente introvertido que se horroriza con sus fiestas de cumpleaños… todos ellos forcejean con aspectos de sí mismos. Como padres debemos hacer hincapié en la aceptación como punto de partida del aprendizaje.
Los más hábiles en la práctica de la autoaceptación nos sentimos más felices, más motivados, más resilientes y más exitosos.
Aunque la vida plantee muchos desafíos, podemos elegir cómo sortearlos. Nuestros niños aprenden valiosas e impactantes lecciones de nosotros a partir de nuestro propio modo de vivir la vida. Deberíamos tener muy presente en qué medida nuestra conducta les enseña acerca de la vida, sus lugares en la sociedad, sus futuros y sus valores. La creación de entornos seguros, estables y de aceptación para nuestros niños aumentará su felicidad, logros y resiliencia.
Stacy Kaiser es psicoterapeuta, autora, experta en relaciones humanas y una personalidad mediática. Es autora del libro más vendido How to Be a Grown Up: The Ten Secret Skills Everyone Needs to Know y colaboradora de contenido para Live Happy. Stacy es invitada frecuente en programas de televisión como Today y Good Morning America.