Como parte de la serie especial de Live Happy 90 días para ser más feliz, hemos reunido insuperables consejos de expertos de todo el país para cambiar hábitos en 2016 y vivir mejor. A continuación, presentamos la primera parte de una serie actual del blog de Susan Kane en su intento por mantener conversaciones más saludables y más productivas con la ayuda de la coach Michele Gravelle.
Mi coach, Michele Gravelle, es experta en cómo mejorar la comunicación cuando dos personas tienen dificultades para hacerlo. Mi problema es con Coco, mi hija adolescente. De la noche a la mañana, mi encantadora niña ha dejado de ser… tan encantadora. Claramente ella tampoco se siente muy contenta conmigo. Sé que Coco aún me ama y no solamente de esa manera tan profunda que una madre conoce. Ella aún me confía cosas importantes. Pero gran parte del tiempo, la pasamos peleando.
En las trincheras adolescentes
Soy una madre mayor, de manera que los hijos de mis amigas ya han terminado los estudios y también, hace apenas un año, con mi familia nos hemos mudado a una nueva ciudad. Esto significa que no tengo ninguna mamá amiga que esté en las trincheras como yo. Por lo tanto una de las primeras cosas que Michele me sugirió que haga fue buscar sitios en Internet donde otras madres de adolescentes comparen experiencias y compartan recomendaciones.
Los datos reveladores no comienzan por describir la información que encontré sobre adolescencia difícil después de recorrer Google durante algunas horas. Mi niña no se ausenta de la escuela, no bebe ni roba en las tiendas como los tantos niños descritos por padres desconsolados. Conseguí hacer algo de inteligencia básica para distinguir entre comportamientos típicos y problemáticos y claramente, Coco es una adolescente normal. ¡Soy una de las madres afortunadas!
Otra noche a los saltos
La manera despectiva en que Coco me habla todavía me hace sentir eternamente enojada y estresada. Cuando regreso a casa del trabajo y la saludo cariñosamente, me responde, “Estoy ocupada,” o “¿Qué quieres?” Cuando intento relacionarme con ella y digo algo sobre la bella canción que suena en la radio, me dice, “¡No, no lo es!” Es entonces que me enoja: “¡Coco, no me hables con ese tono!” Y nos desconectamos en otra noche problemática.
Un progreso
Cuando le describí a Michele este panorama, me preguntó qué está haciendo Coco cuando yo regreso de trabajar y la saludo. En ese momento del día ella está escuchando música mientras escribe sus cuentos y poemas, le dije (Coco quiere ser escritora). Michele me dijo que yo necesitaba romper el ciclo de comportamiento en el que Coco y yo nos habíamos metido. Cuando Coco me responde que deje de entrometerme, Michele me sugirió que le dijera algo como esto: “Coco, puedo ver que ahora estás ocupada pero me encantaría conectarme contigo más tarde. Avísame cuando tengas tiempo para hablar.” Debo admitir que tenía mis dudas sobre la efectividad de esta táctica, pero lo intenté.
Dos noches después de implementar ese pequeño cambio, la diferencia fue enorme. Como sugirió Michele, respondí los desaires de Coco, me saqué la ropa del trabajo y me relajé un poco. Nos reunimos como familia a la hora de la cena. Y para mi sorpresa, mi adolescente me buscó después de la cena durante esas dos noches: una vez solo para contarme de su día y otra vez para hablar de un problema que tenía con un amigo. Me sentí muy feliz y por primera vez en mucho tiempo, me siento verdaderamente esperanzada.
Susan Kane es colaboradora de edición para Live Happy.