Nuestros investigadores ponen en práctica dos técnicas diferentes de definición de metas para conseguir un mismo resultado: la felicidad.
Cuando comienza un nuevo año todos estamos abocados a la superación personal. Promediando abril o mayo muchos ya hemos tenido la posibilidad de fracasar rotundamente y comenzamos a sentirnos bastante mal con nosotros mismos durante varios meses. Como investigadora en psicología positiva, quisiera descifrar qué clave se esconde detrás de las resoluciones acertadas y del cambio positivo. Mi esposo Shawn y yo decidimos realizar un experimento relacionado con la definición de metas, siendo nosotros mismos los sujetos. En esta oportunidad, utilizamos dos enfoques distintos con miras a alcanzar nuestras metas y al finalizar, comparamos los datos obtenidos.
Debo admitir que los resultados cambiaron definitivamente mi manera de establecer y alcanzar las metas, además de mejorar mi imagen personal durante el proceso. Espero que nuestra experiencia les sirva para comprender mejor el enfoque más efectivo en cada caso y les brinde la mayor de las posibilidades de definir sus metas con éxito.
Configuración del experimento
El experimento duró tres meses y lo realizamos durante el verano para aprovechar el ritmo de vida más pausado. Shawn se encargó de aplicar la ciencia y por mi parte, decidí intentar algo totalmente loco. Cada uno documentaría sus resultados y al final, compararíamos notas después del Día del Trabajo.
El grupo de control: Shawn
Shawn aplicó la ciencia y se comportó adorablemente durante el proceso. Partiendo de un fundamento científico, desarrolló esta fórmula:
(Especificidad + Seguimiento) x Variedad = Éxito
Especificidad: las investigaciones muestran que si bien es bueno tener grandes metas, subdividirlas en otras más pequeñas y específicas es mejor. A medida que comenzamos a pasar las primeras etapas importantes, el cerebro capta más oportunidades de “acierto” que pueden ser un estímulo para el futuro. Una de las metas de Shawn era meditar más, por lo que agregó una sesión adicional de 30 minutos todos los domingos. Cada domingo que se sentó a meditar, su felicidad por ese logro le sirvió para alentar su práctica de meditación de la semana siguiente.
Seguimiento: aquí es donde apareció el auténtico científico. Shawn generó una hoja de cálculo detallada en la que anotó todas sus metas e hizo un seguimiento del porcentaje de avance hasta la recta final. Incluso creó una gráfica de barras. Shawn aplicó la investigación presentada en su libro Before Happiness (Antes de la felicidad), que indica que cuando el cerebro ve que se encuentra a un 70 por ciento o más cerca de la recta final, acelera efectivamente el progreso.
Eso explica por qué a pesar de estar exhaustos los corredores de maratones corren a mayor velocidad llegando a la recta final. Una de sus metas era jugar tenis cuatro veces por semana con un amigo al que no ve muy seguido. Después de apenas seis semanas, estaba muy entusiasmado al ver que ya había recorrido un 75 por ciento del camino a su meta.
Variedad: Shawn se propuso un abanico de metas. Hacia el final del verano quería llegar a nadar varios largos sin detenerse, leer una cierta cantidad de libros nuevos como diversión (¡ninguno sobre investigaciones!) y seguir manteniendo sus tres citas conmigo. (¡Cuánto me alegra la diversificación!) Esta vez no se había propuesto metas de trabajo porque en ese sentido ya estaba demasiado ocupado. De las investigaciones se deduce que al diversificar los aspectos de nuestra vida en los que tenemos metas, lograr avances en un aspecto nos motiva para alcanzar los demás.
El grupo experimental: Michelle
A mi enfoque en el experimento lo denominé “Un verano SIN metas.” Si, ¡así como lo lees! Antes te cuento el principio de la historia. Siempre me exijo muchísimo por lograr y producir. Mucho. Realmente. Esto quiere decir que siempre tengo metas por cumplir. Me dejo llevar fácilmente por esa efervescencia de “lo grandioso que sería” hacer esto o aquello. Por ejemplo, si salgo a correr instantáneamente pienso, “Tendría que correr todas las mañanas. Sería magnífico para mi cuerpo. A partir de hoy voy a correr dos millas todas las mañanas.” Lo hago durante tres días. Y a continuación, ya estoy pensando en la siguiente “idea grandiosa”.
Lo peor es que muchas veces me he sentido mal por no poder ser más constante. Y tiempo después llegó nuestro hijo, Leo, que ya tiene 2 años y medio y ahora tengo menos tiempo que antes. Sin embargo, eso fue una bendición enmascarada como podrán ver en mi fórmula:
Atención + Seguimiento + Recreación = Dicha
Atención: decidir simplemente no establecer metas a seguir durante el verano no hizo que mi cerebro no intentara hacerlo igual. Yo ya tengo ese hábito muy incorporado. Por lo que necesité cultivar la atención plena para poder observar conscientemente mis modelos o patrones de pensamiento. Cuando ocasionalmente pude salir a correr, no permití que mi pensamiento me arrebatara la dicha de ese momento (aunque para eso tuve que tramar y planificar mis siguientes 365 salidas a correr.) Solo intenté vivir el momento. Mientras trotaba pensaba solamente en mi respiración y sentía cómo el aire entraba y salía de mis pulmones. Contemplé los árboles. En casi todas las oportunidades puse en práctica esta simple técnica de atención plena y me sentí renovada: esa sensación es la que me empujó a querer seguir corriendo. Al final del verano ya había corrido un 22 por ciento más que los tres meses anteriores.
Seguimiento: como no tenía metas tangibles para monitorear, decidí hacer un seguimiento del progreso en todos los otros aspectos de mi vida: llevé una lista de los pequeños proyectos de trabajo que logré hacer, la cantidad de veces que fui a nadar, la cantidad de veces que jugué con Leo en el arenero, etc. Eso pronto comenzó a mostrarme dos cosas. La primera, que habitualmente hago una cantidad de cosas increíbles en el transcurso de un día o en una semana común, por lo que no tengo verdadera necesidad de sentirme mal conmigo misma.
Y la segunda, que comencé a entender cuánto hago de cada actividad y cuáles de ellas me dan más alegría. Al trasladar conscientemente mi tiempo de algo que no es tan divertido, como responder mensajes de correo electrónico, a algo que es más divertido para mi, como jugar en el arenero con Leo, ese giro durante 20 minutos en medio de mi jornada me da la energía necesaria para afrontar el resto del día.
Recreación: esta parte fue fácil. Cada vez que Leo me pidió que jugara con él, me esforcé por decir “¡SÍ!” Hay infinidad de cosas que pueden esperar: desde lavar los platos hasta leer esos fastidiosos correos electrónicos. Elegí disfrutar plenamente este momento con él, ahora, mientras es pequeño, aunque eso signifique tener la casa un poco desordenada por un tiempo. El juego es algo digno de tener en la memoria. Los platos no.
Resultados
Shawn logró el 96 por ciento de sus metas para el verano y se sintió muy bien por eso. En mi verano sin metas, realmente me sorprendí por mi larga lista de conquistas. También trasladé casi el 9 por ciento de mi tiempo de tareas agotadoras hacia otras más revitalizantes.
Pequeño giro, grandes recompensas
Y cuando terminó el experimento, estaba recargada y lista para volver a establecer nuevas metas. El crecimiento personal comienza por nosotros mismos, con nuestro entendimiento de lo que necesitamos en este preciso instante y que nos sirva de inspiración e impulso. Así es cuando ayuda aplicar las ciencias. La fórmula de Shawn podría adaptarse perfectamente a ti este año, o tal vez necesites una recarga de atención plena como me ocurrió a mi. O posiblemente este sea el momento de ser tu propia científica y descubrir tu propia fórmula.
¿Cuál es tu enfoque para definir metas en este nuevo año? ¿Tienes alguna meta que te gustaría compartir? Únete al debate conmigo en Facebook: facebook.com/MichelleGielan.
SHAWN ACHOR es autor de los exitosos libros The Happiness Advantage y Before Happiness. Su participación en TED Talk es una de las más populares, con más de 5 millones de visitas, y millones de personas han visto su programa PBS. Conoce más acerca de Shawn en Goodthinkinc.com.
MICHELLE GIELAN es experta en la ciencia de la comunicación positiva y cómo utilizarla para fomentar el éxito y es autora de Broadcasting Happiness. Fue presentadora de noticias nacionales en CBS News y tiene una maestría en psicología positiva aplicada por la Universidad de Pensilvania. Conoce más en Goodthinkinc.com.