¡Deja ya de postergar la felicidad y disfruta tu vida hoy!
De pequeña, la sala principal de la casa de mis padres era un lugar prohibido, incluso hasta que fui lo suficientemente grande como para no derramar más jugo en el piso o romper la lámpara de pie. Mis padres reservaban la sala más importante de la casa para los festejos especiales o las reuniones familiares al calor de la chimenea y en realidad, recuerdo haber creído que era como un museo porque nunca se podía tocar nada.
¿Parece extraño? Ahora lo sé: todos guardamos las cosas que más nos importan para las ocasiones especiales, cuando podríamos ser más felices disfrutándolas hoy.
¿Por qué lo hacemos?
Esperando la ocasión oportuna
Muchos postergamos las actividades que más nos alegran hasta que la locura de nuestros días se asiente un poco y el tiempo libre se abra ante nosotros como el telón de un teatro. El problema es que ese tiempo jamás llega.
Posiblemente te ocurra esto con la lectura, mientras esa pila de libros que quisieras devorar te sigue esperando en un rincón. Si queremos poder hacer todas esas cosas que realmente amamos, necesitamos programarlas al igual que una cita con el médico, porque si esperamos hasta que nada pese sobre nuestras cabezas, siempre estaremos esperando. Piensa un plan para hacer lo que más te guste y luego, hazlo.
Tenemos mentalidad ahorradora
Una amiga mía nunca gastaba dinero en ropa, prefería comprar en los ‘tianguis’ porque era muy ahorrativa. Hasta que un día tomó conciencia: ¿Qué estaba esperando? ¿Esperaba cumplir 50 para comprar un bello vestido o algo que la hiciera sentir o verse bien? Se dio permiso para derrochar un poco y vivir más el presente.
Todos también podemos hacerlo. Compra el buen vino. Coloca las mejores toallas para tu familia. Usa hoy tus mejores ideas. Lee ese artículo de la revista que recortaste. No permitas que se sequen tus mejores plumas: úsalas de manera cotidiana en lugar de esperar “la correspondencia especial.”
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Estamos esperando sentir que lo merecemos
Todos tenemos esa tendencia a elegir las cosas que creemos que necesitamos hacer en lugar de lo que queremos hacer. El problema es que nuestra desiderata queda relegada al último rincón.
Quizás te guste pintar pero no te lo permitirás hasta tanto no te pongas al día con el trabajo. O posiblemente te guste tejer a crochet pero no te darás ese permiso hasta no haber terminado todas las tareas domésticas. Olvida esas condiciones que te autoimpones para recibir tus recompensas. Si te lo has ganado pero no te permites un momento de recreación hasta no haber terminado tu trabajo, siempre estarás postergando tus ratos de ocio. Vive como sea, vive este momento.
No hemos practicado hacer cosas para nosotros mismos
Si consideras que tus hijos siempre están primero y dices que sí a cada favor que necesitan tus amigos o vecinos, posiblemente necesites practicar anteponerte un poco a los demás. Gasta en ti el dinero que te han regalado para tu cumpleaños, no en tus hijos. Date el gusto de esas cosas que consideras “frívolas.” Escribe una lista de las cosas favoritas que te gusta hacer y luego anótalas en tu agenda. Tus hijos se seguirán beneficiando de tener una madre feliz y ver que se valora a sí misma.
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Hacemos planes pero no actuamos
Tomar la decisión de leer o de hacer más ejercicios no es lo mismo que leer efectivamente más o hacer realmente más ejercicios. No te permitas caer en la cómoda trampa de la planificación, o quedarás atrapada en…“algún día.” Planificar sin actuar no basta. El hacer efectivamente tus cosas favoritas es donde entra la alegría.
Cumplimos normas que no son tales
No tienes que usar la vajilla de fina porcelana que heredaste el día de tu boda por el solo hecho de creer que así debería ser. Si alguien te regala una cobija con la cara de un gato y no te gustan los gatos, no ‘tienes que’ conservar la cobija. Quítate de encima aquello que no te guste. Sigue la regla de la gurú del orden Marie Kondo: si algo no te produce alegría, no lo conserves. Despejar, limpiar el desorden y prescindir de ciertas cosas puede ayudarnos a aliviar nuestra carga física y mental, dejando más espacio para que ingrese la felicidad.
Nuestro tiempo aquí es limitado, así pues, ¡usa las “buenas” joyas! ¡Cómprate esos zapatos! Y disfruta al máximo la sala principal de tu casa… durante todo el año.
Sandra Bienkowski es colaboradora habitual de Live Happy y fundadora y directora ejecutiva de TheMediaConcierge.net.